Las prioridades de Petrarca
No cabe ninguna duda de las prioridades de Petrarca cuando encabeza una rebelión contra el ambiente académico imperante de su época. El humanismo centrará su foco de atención en el estudio del ser humano:
"¿De qué nos sirve conocer la naturaleza de las fieras, aves, peces y serpientes e ignorar o menospreciar, en cambio, la naturaleza del hombre, sin preguntarnos para qué hemos nacido ni de dónde venimos ni a dónde vamos?"
Pero tampoco el conocer al hombre es lo fundamental. Es muy importante el conocimiento, pero aún más lo es la voluntad: si tiene que elegir entre conocimiento y voluntad, Petrarca elige siempre la voluntad:
"Es preferible cultivar una voluntad buena y piadosa que una inteligencia brillante y capaz, pues, según afirman los sabios, el objeto de la voluntad es el bien y el de la inteligencia, la verdad; y es más seguro aspirar al bien que conocer la verdad, porque lo primero nunca carece de mérito, mientras que el conocimiento es con frecuencia pecaminoso, y sin excusa posible."
Pero cuando uno busca qué es lo que mueve a Petrarca a pensar así, podemos llevarnos una cierta sorpresa: el camino de Petrarca se inicia en el hecho más incuestionable de la vida humana, es decir, que esa vida tiene un fin. La auténtica pasión de vivir que se vislumbra en el humanismo no es una búsqueda de un disfrute inconsciente, sino que parte de la implacable verdad de que somos mortales:
"Meditar profundamente sobre la muerte, armarse contra ella, disponerse a despreciarla y soportarla, afrontarla, si es necesario, dando esta corta y mísera vida a cambio de la vida eterna, de la felicidad, de la gloria: he aquí la verdadera filosofía, la cual, como algunos dijeron, no es otra cosa que el pensamiento de la muerte."
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